King Arthur Knights Tale. La loca historia del rey Arturo.

Un cuento de caballeros.

Arturo. El mito literario de un rey conquistador, leyenda de Gran Bretaña; capaz de derrotar al emperador de Roma y traer el cristianismo a tierras inglesas, al tiempo que es un gobernante justo y generoso, un imán para la élite de la caballería en busca de aventuras. ¿Quién no conoce la leyenda del Rey Arturo? El amor adúltero entre Lancelot y Ginebra, el carácter seductor de Sir Gawain, el mito del Santo Grial… Existen un montón de cuentos y poemas históricos, así como otros grandes textos que cuentan la historia (siempre mezclada con el folclore celta) de Arturo y sus Caballeros y que cubre toda la historia de Gran Bretaña, desde la llegada del Grial y la conversión de los Bretones, hasta el enfrentamiento final entre Arturo y Mordred en Salisbury, y la muerte de Arturo, trasladado a Avalon, reino de las Hadas. 

Pues bien… ¿y si Arturo no hubiese muerto? ¿Y si al llegar a Avalon hubiera sido consumido por fuerzas malignas, convirtiendo al justo rey en una criatura demoníaca con intención de destruir Avalon? Con esta premisa, los chicos de Neocore Games nos traen King Arthur Knigts Tale, un RPG táctico que se sostiene sobre el mito Artúrico, pero eso sí, con una vuelta de tuerca muy loca. King Arthur (KA a partir de ahora) fue un proyecto que tuvo su origen en Kickstarter y que hace no mucho vio la luz su versión final y que, pese a llegar sin hacer ruido ni tener detrás una gran campaña de marketing, se convierte en un RPG muy a tener en cuenta. ¿Quieres saber más? Pues venga, que te lo cuento. 

EN DEFENSA DE AVALON 

La historia de KA es un “what if” de manual; un “qué hubiera pasado si se invirtieran los papeles”, siendo Arturo el enemigo a batir y Mordred el protagonista de este cuento de caballeros. La historia comienza cuando ambos caballeros caen en combate, matándose mutuamente. No obstante, por capricho de los dioses bretones, Arturo se convierte en un ser maligno con diabólicas intenciones y nosotros, tomando el control de Sir Morded, hijo de Arturo y enemigo acérrimo, nos toca salvar Avalon de las garras del que anteriormente fue rey de Camelot. Una ida de pinza muy loca que expande el universo del ciclo Artúrico, ya rico de por sí. De modo que, en la piel de Mordred, nos tocará buscar aliados entre los antiguos caballeros de la Tabla Redonda para hacer frente a todo el imaginario celta de este cuento: pictos, seelies, fomorianos, dragones, bandidos… y un montón de criaturas de lo más imaginativas.  

Personalmente, me ha encantado su propuesta y he seguido con cierto interés su historia hasta llegar al final tras 78h de juego. No obstante, he de aclarar que, aunque la propuesta de la historia es muy interesante (más aún si sois conocedores del ciclo Artúrico), KA falla en la ejecución al faltarle un punto de calidad en su guion y en la forma de contarlo. Por ejemplo, el guion es extremadamente sencillo, la interacción entre los diferentes caballeros es mínima y a veces chirría a la hora de dejarnos decidir la respuesta en un diálogo, pues da igual qué escojamos decir, el resultado será el mismo. Claro, este no es un RPG narrativo donde el peso del propio juego caiga en la libertad de tomar decisiones (aunque algo de esto hay, luego os lo explico), pero me habría gustado leer un guion más trabajado propio de los textos Artúricos. Eso sí, no te eches las manos a la cabeza, porque este es de los pocos puntos negativos que le he podido achacar al juego. King Arthur brilla con fuerza su apartado más importante: el combate y la gestión de Camelot. 

PONTE EN PIE, CABALLERO. 

King Arthur es, ante todo, un RPG táctico por turnos con un inteligente sistema de gestión que recoge lo mejor de otros juegos. Neocore Games (afincados en Hungría, por cierto) ha construido un sistema de exploración y combate que bebe de la fórmula presentada por juegos como Diablo y XCOM, y que también obtiene ideas muy útiles de juegos como Darkest Dungeon. Y con estas fuentes de inspiración, es muy difícil fallar. KA tiene un sistema de juego bien estructurado y que engancha por su facilidad de uso, muy propio para aquellos que estén buscando un RPG táctico sin querer romperse la cabeza. Y bien, ¿Cómo se juega? Pues es fácil. Una vez acabado el tutorial, donde nos explican los conceptos básicos del combate, accedemos al mapa de campaña donde podemos (y debemos) gestionar nuestra base de operaciones: la ciudad de Camelot. 

Camelot será nuestro baluarte durante todo el juego. En su interior, acedemos a los diferentes edificios que nos darán ventajas según invirtamos oro y otros recursos para mejorarlos: mejorar el tiempo de abastecimiento del mercader, acceder a leyes desde la Tabla Redonda, etc. En mi caso, no me dio tiempo completar todas las mejoras antes de finalizar la partida, aunque estoy seguro de que será necesario hacerlo de cara al endgame que tiene el juego. Además, será aquí donde equiparemos a nuestros caballeros con objetos, armas y otras reliquias para que hagan frente a las dificultades de Avalon. Luego os hablaré de las diferentes clases y del sistema de lealtad. 

Por otro lado, King Arthur hace muy bien las cosas cuando se trata de combatir. Me ha gustado mucho que, una vez seleccionada la misión, podemos movernos por el escenario a golpe de ratón, y tenemos libertad para explorar el mapeado en busca de tesoros y otros extras, así como algunas misiones secundarias que puedan aparecer. Aunque se tratan de misiones muy sencillas y el botín no deja de ser “sota, caballo y rey”, me ha gustado que Neocore le haya dado una capa de exploración a los escenarios. Pero donde KA sabe hacer las cosas bien, es en su sistema de combate. 

Algunos mapas de misión son relativamente grandes; es importante explorar cada rincón.

Como ya sabéis, tanto en King Arthur como en otros RPG tácticos, a la hora de plantar cara el escenario se divide en una cuadrícula donde cada caballero ocupa su lugar. En este caso, los turnos se dividen en dos bloques: primero nosotros, luego el enemigo. Es imprescindible saber situar a nuestros caballeros sobre el escenario, bloquear a los enemigos más resistentes con nuestro “tanque”, usar al mago para controlar zonas y romper la defensa con personajes hechos para causar daño. En realidad, KA es un juego muy sencillo. Nuestros personajes están limitados por puntos de acción que nos permitirán movernos, atacar, disparar, lanzar hechizos… en definitiva, realizar cualquier acción. Es importante hacer una buena gestión de ellos, y existen bonificadores que podremos ganar gracias a objetos y sinergías entre clases. No obstante, KA tiene una capa de profundidad interesante. Para empezar, será imprescindible saber posicionarnos en el campo de batalla ya que casi siempre estaremos en inferioridad numérica y nosotros solo podemos ser cuatro (cinco a lo sumo dependiendo la misión). Nuestros caballeros tienen tres “barras de vida”: primero, la armadura, capaz de absorber los golpes. Una buena armadura no solo nos permite defendernos, también pueden incluir bonificadores al ataque u a otras habilidades de nuestra clase. Junto con la habilidad de bloqueo, es imprescindible que un caballero de clase Defensor tenga una armadura muy alta. Aparte, están los PG (puntos de golpe) y PV (puntos de vitalidad). Los primeros se irán reduciendo al recibir impactos enemigos y se repondrán después de cada misión, mientras que los segundos comenzarán a agotarse una vez se acaben nuestros PG y solo podrán reponerse en el hospital de Camelot, con la consecuente penalización de tiempo. Ah, se me olvidaba. Nuestros caballeros también pueden sufrir otro tipo de herida, más grave y que deja daños permanentes, que solo podrá sanar en otra instalación de Camelot. Entendéis ahora por qué es imprescindible usar los recursos con cabeza, ¿verdad? 

Es importante saber posicionar a los Caballeros.
Si lo sabes hacer, puedes crear zonas de destrucción como esta para machacar a los enemigos.

Una característica que me ha gustado mucho de King Arthur es la diferenciación que existe entre las clases de caballeros. Existen seis: Defensor (el tanque), Campeón (el machacas con mandoble, me encanta), el Tirador, el Arcanista (mago), el Sabio (sería el clásico personaje de apoyo) y Vanguardia (personaje full dps si se sabe usar bien). Pues bien, estas son las seis clases del juego, pero lo mejor de todo es que habrá diferencias entre ellas dependiendo de cada personaje. Por ejemplo, Mordred es de clase Defensor, y es el único que tiene la habilidad de lanzar rayos que debilitan al objetivo. Por otro lado, Lanzarote es de clase Campeón, y es el único Campeón que obtiene un bonificador al daño y al movimiento cuando está alejado del grupo. Estudiar bien cada clase y cada personaje es vital para la composición del grupo. Por cierto, existen 30 caballeros en total, todos ellos piezas únicas que fueron importantes en las leyendas artúricas. 

Solo un detalle más en este punto. King Arthur tiene multijugador online. Honestamente, no lo he probado, pero es un detallazo que Neocore se haya tomado la molestia de programarlo para extender más su propio juego. 

CABALLEROS LEALES 

Junto al sistema de gestión y de combate, se engarza otra pieza fundamental de King Arthur que añade una capa extra de profundidad: el sistema de moralidad y lealtad. Aunque KA no es un juego donde la narrativa brille con fuerza, en muchas ocasiones nos tocará lidiar con los problemas típicos de un gobernante, es decir, nos tocará tomar decisiones salomónicas que afecten a cada Caballero según su sistema de creencias. De hecho, este es el epicentro del sistema de progresión del juego. El sistema de moralidad nos permite elegir entre dos caminos: justo o déspota, y creyente pagano o cristiano. Existe una tabla donde puede verse el progreso en base a nuestras decisiones, así como las recompensas que podremos conseguir dependiendo de hacia dónde inclinemos la balanza moral. Por ejemplo, un Mordred cristiano podrá acceder a ciertas ventajas cuanto más se aleje de la antigua Fe, y viceversa. Lo mejor de todo es que se presentarán dilemas que afectarán a la integridad moral de algunos Caballeros, llegando a mermar o aumentar su rendimiento en combate o, incluso, a abandonarnos. Todo esto da al juego una rejugabilidad muy grande, ya que es imposible verlo todo en una primera partida. En mi caso, opté por ser Cristiano (es la única manera de desbloquear a Sir Lanzarote, el mejor Campeón del juego) y Justo. Y básicamente me he perdido la otra mitad de la tabla de moral, son sus beneficios, sus Caballeros reclutables y otras ventajas. Por cierto, en relación a esto, es imprescindible jugar todas las misiones secundarias, no solo por el extra de experiencia que dan, sino porque contienen pinceladas de la trama principal y, además, en algunas de ellas, nos permiten tomar decisiones que afectan a la tabla de moral. 

A veces, se presentarán eventos como estos donde nos tocará tomar una decisión que afectará a nuestros Caballeros.

Otro punto interesante es que, una vez finalizada la trama, el juego ofrece un ending muy destacable, con misiones difíciles, nuevas reliquias poderosas y un largo etc. Neocore Games aseguró que incluiría más contenido gratuito de este tipo; de hecho, el mes pasado llegó The Chained God, una mini expansión que amplia aún más el contenido del endgame. Para que os hagáis una idea sobre la duración del juego, terminar la campaña principal me ha llevado 78 horas según mi marcador de Steam, y no he tocado el endgame aún.  

LA ETERNA LUCHA POR AVALON 

Un aspecto que siempre se debe comentar en todo análisis es el apartado gráfico y técnico. Por muy mundanal que sea, unos gráficos agradables y un apartado técnico sin fisuras sostiene la experiencia jugable. Bueno, ¿y qué tal King Arthur? Pues aquí, una de cal y otra de arena. Empecemos por lo positivo: el diseño de los caballeros. Sinceramente, me ha encantado el diseño de cada uno de los personajes que componen la tabla redonda. Todos ellos son únicos tanto en sentido jugable como visual. Y aunque equipar a un Caballero con un objeto no tiene repercusión estética, cada uno de ellos es perfectamente reconocible a simple vista. Por otro lado, el ambiente del juego me ha gustado mucho; no existe una grandísima variedad de mapas, pero todos ellos tienen una ambientación de fantasía oscura muy destacable y acorde con el tono macabro del juego. Y hasta aquí las buenas noticias. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo del aspecto puramente gráfico. He encontrado varios glitches gráficos a modo de texturas parpadeantes que cambian de color, y un rendimiento tosco. El problema viene por una mala gestión del “Frame Pacing” (sincronización de fotogramas) que hace que el juego se sienta como si fuera dando saltos entre fotogramas, aunque estos estén fijos a 60, 90 o más. Es aquí, tal vez, donde se nota los origines modestos de Neocore Games.  

Por otra parte, la banda sonora encaja bien con el estilo de juego. Partituras medievales con pinceladas célticas que aceleran su ritmo en combate usando más instrumentos de percusión. No obstante, la banda sonora pasa sin pena ni gloria; sabe ambientar cada momento, pero no esperéis nada más. 

Pues bien, creo que por mi parte todo queda dicho. King Arthur es un RPG que me ha sorprendido para bien, una clara muestra de que, sin una campaña de marketing detrás, existen juegos de mucha calidad que merecen ser disfrutados. ¿Es perfecto? En absoluto. Un guion pobre, un combate que, aunque divertido, a veces peca de ser monótono (no hay combate en altura…), una BSO pasable, un rendimiento regulero… sí, todo esto es cierto. Pero también son ciertas sus virtudes: un trasfondo argumental fantástico, un combate muy divertido apto para todos los públicos, un buen sistema de gestión, un juego muy largo y rejugable, etc. Estas son virtudes que, a mi juicio, superan por mucho a las carencias que tiene, y por eso no puedo sino recomendárselo a todos aquellos que sean fans de los RPGs tácticos, así como a todos aquellos que quieran iniciarse con uno. 

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