Ni no Kuni: Un precioso cuento de hadas

Imagen: Nintendo

¿Qué pasa mis panas? Aquí volvemos para darle un poco de candela a esto del mundo errepejero. Y no volvemos con cualquier cosa. Vamos a darle un repasito a uno de los grandes buques insignia del género de hace tres generaciones. Un juego con una historia muy clásica que arriesga poco porque todo el riesgo se lo reserva en sus mecánicas de juego. Y, sobre todo, es el juego en el que Studio Ghibli se puso manos a la obra para presentarnos un arte magnífico. Bienvenidos a Ni no Kuni, donde tus sueños se hacen realidad.

Lo primero que entra por los ojos es el envoltorio. Eso es así en todos los ámbitos de la vida. Yo me puedo enamorar de una chica que no me guste físicamente de entrada, eso pasa, pero si no me entra de primeras por los ojos lo normal es que no sea así. Ojo, no hablo de feos ni guapos, la belleza es totalmente subjetiva. Y, ¿a qué viene todo este rollo amigo Makito? ¿Ya te estás medicando? Pues si, me medico de jamón con piquitos y una caña cada vez que puedo pero es que todo esto viene muy bien para empezar a hablar del juego que vamos a «analizar». Y lo entrecomillo porque yo no soy analista, soy youtuber que es peor.

Ni no kuni es precioso. No es para menos cuando hablamos quizás del estudio más aclamado en cuanto a animación se refiere de todo el mundo. Y es que el juego entra por los ojos de primeras. Ghibli hace magia. Da la sensación que les dijeron: haced lo que os de la gana. Y el estudio se tiró de lleno a crear sin cortapisas. No solo hablamos de personajes, quizás el punto más «flojo» de todo el arte del juego. Hablamos de criaturas increíbles, paisajes maravillosos y grandilocuentes y ciudades de esas que te encuentras en ciertos videojuegos en las que entras y piensas que te encantaría vivir en esta casa o en esta calle. Cuando pasa eso, hermano, es que se da un algo llamado armonía lo cual es simplemente magnífico.

Imagen: Nintendo

Una vez el envoltorio te entra por los ojos llama la atención su jugabilidad. Es una especie de batiburrillo errepejero que no desentona aunque es mejorable. Para hacerlo fácil y a groso modo voy a decir que es una mezcla entre Dragon Quest (casi todo bebe de la saga de Enix) y de Pokémon. Controlamos al protagonista (luego hablo de él) y a dos personajes más que se van uniendo a lo largo de la aventura. Cada uno tiene sus propias habilidades: mago, tirador y support. Pero esto no es todo ya que podemos ir capturando a los monstruos a los que vayamos enfrentando durante toda la aventura. Y estos a su vez van evolucionando. Cada personaje puede llevar hasta 3 monstruos que pelean de uno en uno. El caso es ir cambiando en función a las necesidades de la pelea. Aún así realmente solo puedes controlar a un personaje junto con sus únimos. Puedes ir rotando pero el resto de personajes obedecen una serie de órdenes prestablecidas, algo así como los gambits de Final Fantasy XII.

El combate en si no está mal ya que se parece bastante a los de la saga Tales of (Xillia por ejemplo) pero tiene ahí un punto negativo que es que no están bien optimizados. Muchas veces los únimos (que así se llaman los monstruos de este juego) se entorpecen unos a otros a la hora de atacar y esto hace que te quieras tirar por la ventana pero, en líneas generales, el combate es muy divertido y dinámico. Además el experimentar con los únimos a ver con cuál te quedas es bastante entretenido. Eso si, todos tienen su rol muy marcado y al final es prácticamente elegir qué diseño de tanque te gusta más, que diseño de support, etc. Pero claro para eso tienes que descubrirlos a todos. Yo te doy un consejo y se llama Dinoceronte. Esa bestia es capaz de barrer el mundo entero a base de ostias.

Y es que si quieres que te rindan bien hay que darles amor. Y comida. Mucha comida. Como en muchos juegos del estilo, hay alimentos que suben atributos concretos y tu misión en la vida será cebar únimos hasta que consigan evolucionar a bestias pardas que partan bocas de dos en dos. La última evolución siempre es a escoger entre dos, normalmente complementarias. Una más atacante, otra más defensiva; una más mágica, otra más física. Tú ya me entiendes, que si juegas a errepejés tienes que saber cómo va, no me jodas.

Imagen: Bandai Namco

Y vamos ya con la historia y los personajes. Yo es que voy al revés del mundo. Llamadme rebelde.

La historia arranca con un acontecimiento muy duro en la vida de nuestro protagonista, Oliver, un niño que vive en la pequeña ciudad de Motorville. No voy a entrar en spoilers pero este niño se pone a llorar encima de un muñeco y este cobra vida, presentándose como Drippy, alto maestre de los duendes del mundo de Ni no Kuni, y le ofrece una posible solución a su problema. A partir de aquí nos vamos trasladando entre Ni no Kuni y Motorville gracias a los hechizos que va adquiriendo Oliver, que pasa de ser el niño de Motorville al mago elegido que salvará el mundo de los planes del malvado hechicero Shadar el cual está sumiendo Ni no Kuni en la desesperación, robando trozos del alma de sus habitantes.

Está claro que la historia es un tanto cliché, me refiero a la base. Pero lo mejor de Ni no kuni no está en la base, está en los detalles. El cómo es más importante que el qué. El viaje está lleno de cosas que hacer, guiños maravillosos y una traducción al español que lo hace todavía más mágico. Nombres como la Vacalifa, una enorma híbrida entra humana y vaca que gobierna una ciudad de clara influencia árabeo su Miaujestad, un gato que es a la vez gato y rey le dan su toque cachondo a la par de mágico. Porque Ni no kuni es magia total. Las principales ciudades son de esas en las que te quedarías a vivir. Tenemos ciudades clásicas, tecnológicas o ambientales (desierto y frío). Cada paso de la historia está perfectamente medido para que al conocerlas nuestra cara sea la de un niño pequeño que entra por primera vez en Eurodisney. Además, los personajes que se van cruzando en nuestro camino tienen una personalidad bastante marcada. El único pero que le pongo es que la trama decae bastante cuando volvemos a Motorville, una ciudad que para más inri está acotada por paredes invisibles, pero quizás lo hacen así para resaltar lo magnífico que es el mundo de Ni no kuni en comparación a la supuesta realidad que vivimos. La fantasía es maravillosa y siempre lo será.

Imagen: Steam

En cuanto a personajes principales, nos encontramos a Oliver, el protagonista. Su evolución marca la pauta y el ritmo del juego. Pasa de ser un niño miedoso al que le han demolido la vida, a uno inseguro pero expectante al llegar al mundo de Ni no kuni para terminar convirtiéndose en un todopoderoso mago seguro de sí mismo y de lo que es capaz de hacer.

Luego tenemos a Estela, una chica bastante madura para su edad que se convierte en el apoyo de Oliver desde el principio y en alguien en quien confiar. Tenemos también a Jairo, un tipo extraño que es mucho más de lo que aparenta, a todos los niveles. De hecho, sabe quedarse en un segundo plano pero siempre que habla es para poner un punto de madurez al asunto. Cuando lo conoces piensas que es un niñato histriónico pero nada más lejos de la realidad. Su vida le ha hecho tomar decisiones que delatan madurez y lealtad. Y eso no se paga.

Para ir resumiendo que me estoy enrollando más que una persiana, Ni no kuni es un juego bellísimo y cuidado en lo artístico, con una banda sonora monumental, unos personajes bastante decentes y una trama un poco cliché pero que se desarrolla con unos matices que la hacen muy pero que muy disfrutable. Solo pasearse por el mundo de Ni no kuni ya merece la pena la experiencia. Un juego más que notable que merece bastante más reconocimiento del que tiene si me preguntas mi opinión. Y si no me la preguntas te la doy también.

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