Lords of the Fallen tiene todo lo que cualquier fan de los «soulslike» puede desear, pero con una atmósfera que le da una identidad propia y una mecánica muy peculiar que lo convierte en uno de los mejores juegos del género.

Por lo general, se asocia el valor de un diamante a sus características. Estas pueden ser su talla, su ausencia de fluorescencia así como su dureza, pues es el único compuesto conocido por el hombre que solo puede ser rayado por sí mismo. Además, a esto hay que añadir que se trata de un mineral muy escaso, lo cual aumenta mucho su valor. Sin embargo, un diamante en bruto es un diamante sin trabajar, sin certificado de laboratorio, pero valioso igualmente, pues se puede seguir trabajando para obtener su brillo final.
Algo parecido ocurre con Lords of the Fallen, el último «soulslike» lanzado este año y que, como los diamantes, se trata de un género escaso y de gran valor para la comunidad -aunque cada vez muchos estudios se suben al tren de este subgénero, ciertamente-. El trabajo realizado por Hexworks -el desarrollador detrás de LotF-, es un diamante, un juego con un peculiar brillo propio, que adopta a rajatabla todos los tropos de este subgénero añadiendo unas interesantísimas ideas de cosecha propia. Pero Lords of the Fallen es, en ocasiones, más bruto que diamante, pues ciertos aspectos técnicos y jugables le impiden brillar aún más. No obstante, en RPG Spain lo hemos disfrutado muchísimo y queremos contaros nuestra experiencia. ¡Allé vamos!

Resucitado desde las cenizas
Después que Demon’s Souls y Dark Souls comenzaran a calar hondo entre la comunidad de jugadores, no fueron pocos estudios lo que quisieron desarrollar su propia versión del manido género «soulslike». Uno de esos estudios fue Deck 13, quien desarrolló el Lords of the Fallen original allá en 2014, considerado uno de los primeros imitadores. No fue mal juego, y de hecho supo diferenciarse de los trabajos de Miyazaki en su sistema de combate, que era lento y brutal. Sin embargo, ni Deck 13 ni otros supieron captar la verdadera esencia de From Software; ese diseño de niveles magistral con una carga narrativa propia, el sentimiento de soledad e indefensión ante enemigos implacables, así como usar los recursos narrativos de una forma maravillosa y enigmática que obligaba al jugador a hacer sus interpretaciones personales sobre lo que estaba ocurriendo. No digamos ya el combate, con muchas posibilidades para construir builds distintas, o la comunidad de jugadores creada alrededor de esos juegos.


Aquel primer intento de acercarse al género ideado por Miyazaki quedó en un «quiero y no puedo», y fue entonces cuando Lords of the Fallen 2 se quedó en un limbo de desarrollo, sin una dirección clara que apuntaba a una cancelación inminente mientras Deck 13 se volcaba en otros proyectos como The Surge -muy buenos ambos, os los recomendamos-.
Entonces llegó CI Games, quien fundó Hexworks en 2020 para sacar a Lords of the Fallen del infierno y convertirlo en el juego que tenemos ahora mismo. Ahora sí, han pasado años y los juegos tipo «soulsborne» se entienden con más claridad. Y podemos decir que, efectivamente, Hexworks ha rehecho la licencia construyendo un grandísimo RPG de acción que recoge todo lo que ofrece este tipo de juegos, con una dirección artística magistral y un diseño de niveles a la altura. Hoy, por fin, Lords of the Fallen es lo que quiso ser: un magnífico RPG de fantasía oscura que encantará a los fans de Dark Souls.

Álzate, Cruzado de la Oscuridad
El argumento de Lords of the Fallen nos pone en el papel de un Cruzado de la Oscuridad, uno de los muchos centinelas encargados de vigilar el posible regreso del dios maligno Adyr, quien fue exiliado a otro plano hace cientos de años. Desde entonces, los Centinelas Sagrados y sus caballeros han estado al acecho de cualquier atisbo del regreso de este dios y de su ejército. ¿Y qué campeón puede desafiar a un dios? Pues en nuestras manos recae esa responsabilidad.
Como podéis leer, el argumento de LotF no es nada original y no dista demasiado de otros juegos similares. Recoge de los «Souls» esos hilos de misiones secundarias que se resuelven de forma críptica, que no aportan indicaciones claras para su resolución y que, en muchas ocasiones, o bien nos toparemos con ellas de casualidad o nos tocará tirar de alguna guía. Hasta aquí, nada que no hayamos visto.


Sin embargo, Hexworks ha conseguido diseñar un juego con una personalidad propia, pues Lords of the Fallen aporta un elemento que lo diferencia de cualquier otro juego de este subgénero y que lo hace muy, muy especial: el uso de la lámpara y la dualidad entre dos mundos, Axiom y Umbral.
Caminando entre dos mundos

Como Cruzados de la Oscuridad, somos los portadores de una lámpara que tiene una característica concreta: nos permite vislumbrar Umbral, el mundo de los muertos paralelo a Axiom. Este mundo dual junto con la lámpara construyen la principal mecánica jugable del título, y hemos de reconocer que nos ha parecido un grandísimo acierto que potencia la exploración como nunca antes en este subgénero.
Umbral existe en tiempo real en paralelo a Axiom, y usar la lámpara nos permite ver cosas que en el mundo normal no veríamos. ¿Un abismo nos bloquea el paso? Ilumina con la lámpara y verás que no existe un camino cerrado. Con la lámpara, no solo podemos «iluminar» este mundo del revés -si habéis visto Strangers Things, entenderéis la referencia-, también podemos trasladarnos a él directamente y emerger a Axiom más adelante utilizando ciertos elementos del escenario.

Por supuesto, atravesar el Umbral conlleva un enorme peligro. En primer lugar, veremos nuestra salud atrofiada, es decir, la mitad de nuestra barra de vida estará en un color gris y, si queremos recuperarla, hemos de golpear a un enemigo. Sino, la perderemos y deberemos usar rápidamente objetos de salud, que por cierto, en Umbral pierden eficacia. Por otra parte, Umbral nos asediará constantemente con oleadas de enemigos -más aquellos que ya estuvieran en Axiom, pues no desaparecen-, algunos verdaderamente violentos y enormes, y otros más pequeños pero igual de molestos. Por cierto, cuanto más tiempo pasemos allí, más peligro corremos, pues no tardaremos en ser perseguidos por un enemigo letal de verdad.
Estos dos mundos conectados entre sí permiten que la exploración alcance un mayor protagonismo, pues tanto Umbral como Axiom guardan sus secretos de maneras muy inteligentes. Nos ha sorprendido muchísimo la enorme calidad de construcción de niveles, recordando a los mejores worldbuildings de From Software como Dark Souls 3.
El mapa de Lords of the Fallen es un enorme entramado de escenarios interconectados entre sí con muchos atajos y otros tantos caminos alternativos. Desde la lejanía podemos ver lugares que pueden ser visitados, que están conectados con algún elevador o camino secreto, ya sea en Umbral o Axiom, y que podemos pasar por alto casi sin querer si no somos observadores… o meternos en un buen lío por ir donde no debemos antes de tiempo. Desde RPG Spain no podemos sino aplaudir al equipo de Hexworks por dedicar tantísimos recursos a diseñar un complejo mapeado que saca a relucir lo mejor de los trabajos de Miyazaki; algo en lo que la gran mayoría de «soulslike» fracasan pero que en Lords of the Fallen se consigue con un éxito absoluto.
«Dark Souls 4.5»

En cuanto al sistema de combate y la dificultad del título, LotF no esconde sus raíces. Los mismos desarrolladores calificaron a su juego como un «Dark Souls 4.5» porque, honestamente, salvando algunos matices, así es. Contiene todo lo que cualquier «Souls» puede contener: montones de armas y armaduras que se pueden combinar de muchas formas, un amplio catálogo de anillos mágicos que nos dan ciertas ventajas, catalizadores para lanzar hechizos y un largo etc. Todo el equipo influye en el peso que nuestro personaje puede soportar para moverse con soltura, de modo que los que somos fans de los clásicos Souls no encontraremos nada que no sea familiar aquí.

Cosa distinta es la ejecución del combate. En el lado positivo podemos destacar la facilidad que nos da el juego para elegir cómo jugar, pudiendo elegir el clásico espada y escudo, grandes armas como espadones o hachas, mazas o armas duales a elegir. En nuestro caso, nos construimos un personaje basado en fuerza, agilidad y aguante utilizando dos mandobles, uno en cada mano, con un resultado muy satisfactorio.


En contrapartida, Lords of the Fallen es un juego que, en sus mecánicas de combate, refleja la brutalidad de su mundo. Para entenderlo mejor, si en Lies of P el combate es fino y elegante, aquí nos encontramos con un sistema tosco, con un protagonista que golpea sin florituras y con dos problemas relativamente serios que nos han molestado en más de una ocasión.
En primer lugar, la cámara del juego es caprichosa y nos ha dejado vendidos en más de una ocasión, posicionándose en el peor lugar posible justo después -o antes- de encarar a un enemigo. Y en segundo lugar, fijar a un enemigo -el clásico sistema «lock on»- nos ha parecido que le falta mucha finura, pues no siempre obedece nuestras órdenes como nos gustaría.

Esto añade una capa de dificultad mecánica a un juego que ya es desafiante de por sí. Lords of the Fallen no es el «soulslike» más difícil al que nos hemos enfrentado, es cierto, pero sabe cómo ponernos en aprietos utilizando hordas de enemigos que se abalanzan hacia nosotros, especialmente si caemos en Umbral, donde el asedio puede ser casi constante. Por suerte, si caemos en Axiom, no moriremos al instante, sino que pasaremos a Umbral para tener una segunda oportunidad de salir de allí con vida y volver al mundo de los vivos; una idea fantástica que encaja perfectamente con la propuesta del juego.
Y por supuesto, ahí están los jefes, grandes protagonistas de este tipo de juegos. LotF incluye una gran colección de ellos, con diseños muy diferentes que nos obligarán a adaptar nuestra estrategia de afrontamiento según el caso. Por desgracia, salvo un par de ellos, ninguno nos ha parecido especialmente memorable. Tampoco son excesivamente difíciles, y hemos podido acabar con muchos de ellos sin recurrir a las invocaciones de NPCs o al multijugador. Sobre esto último, es de agradecer que Hexworks haya facilitado mucho la conectividad entre diferentes plataformas, y no existe ningún impedimento o requisito para invocar -o invadir- a otro jugador.

En la parte negativa, más allá de la tosquedad del sistema de combate -que no deja de ser muy divertido, ojo-, los enemigos suelen repetirse a lo largo de todo el juego. Incluso jefes o minijefes llegan a convertirse en enemigos más habituales avanzando el juego. Aunque el diseño de la mayoría nos ha gustado, no existen enemigos que destaquen por encima de la media y tampoco existe una variedad sobresaliente.
Un diamante en bruto


Desde un primer momento, Lords of the Fallen llamó la atención por su aspecto gráfico, que se ejecuta con el motor Unreal Engine 5. Teniendo en cuenta únicamente su aspecto gráfico -luego hablaremos del rendimiento-, LotF es brilla con una fuerza extraordinaria. Nosotros hemos jugado en la versión de Xbox Series X, y el despliegue gráfico que presenta el juego nos ha dejado con la boca abierta a cada paso que hemos dado. Las texturas y modelados están detallados hasta un nivel extremo, la iluminación es soberbia, los reflejos y efectos de partículas están a otro nivel, los escenarios cuentan con una cantidad de detalles que es imposible no detenerse a mirar embobados… Unreal Engine 5 ha resultado ser un motor gráfico impactante con las herramientas Nanite y Lumen, también aplicadas en consolas, que construyen mapas de sombras virtuales y aplican superresolución en tiempo real sin afectar prácticamente a la nitidez de imagen.
Sin embargo, todo en esta vida tiene un precio, y el uso del Unreal Engine 5 le ha costado a Lords of the Fallen hacer un gran sacrificio en consolas. Para empezar, el juego se ejecuta a 1080p en modo rendimiento y a 1440p en el modo calidad -sin embargo, la reconstrucción de imagen, como hemos mencionado en el párrafo anterior, es espectacular y en ningún momento hemos notado falta de nitidez-. No obstante, es en el rendimiento donde más se notan estos sacrificios. En el modo calidad el juego es un baile de micro cortes -stuttering- y caídas de FPS bastante desagradables. Y en cuanto al modo rendimiento, el juego trata de llegar a los 60fps, pero no siempre es así. LotF es, en efecto, más bruto que diamante, y aunque es cierto que Hexworks ha ido corrigiendo estos errores en cada parche y el juego ahora mismo es perfectamente disfrutable, siguen existiendo en menor medida estos problemas.

Dejando el aspecto técnico aparte, donde Lords of the Fallen brilla con muchísima fuerza es en su apabullante dirección de arte. No podemos sino deshacernos en elogios hacia el equipo de diseño, pues ha sabido diferenciar su juego del resto creando una atmósfera de fantasía oscura con mucha personalidad. Las imágenes que acompañan a este texto hablan por sí solas y os podéis hacer una idea de su magnitud. Especialmente Umbral, cuyo diseño es siniestro, visceral y amorfo y llega a dar mal rollo de verdad. Creemos, sin ningún tipo de duda, que LotF es el «soulslike» con la mayor profusión de detalles por centímetro cuadrado en cada uno de sus escenarios. Un trabajo artístico de infarto, que le imprime una personalidad oscura y de auténtica pesadilla que consigue crear lo que todo imitador de From Software desearía: personalidad propia. Por cierto, si tenéis la oportunidad, jugar con unos buenos auriculares, ya que el ambiente sonoro es una parte importante de la inmersión en este juego y merece la pena no perderse ni un detalle.
Un nuevo estándar

Lords of the Fallen nos ha encantado. Es un diamante en bruto, pues a pesar de brillar con fuerza en muchas de sus facetas, el rendimiento es mejorable y la tosquedad en el sistema de cámara y fijación de enemigos no son precisamente muy amigables. Sin embargo, LotF no defraudará a nadie que sea fan del género, al contrario. El combate, aunque algo rudimentario, resulta brutal y divertido, el mapa del juego está construido con maestría y el uso de la lámpara y la dualidad entre ambos mundos lo convierten en un título que sabe diferenciarse del resto. Su apartado gráfico es de auténtica nueva generación, y el diseño artístico, a caballo entre lo elegante y lo puramente siniestro, lo dotan de una personalidad única.
Junto con Lies of P, Lords of the Fallen se corona como el nuevo estándar a seguir en este subgénero, un ejercicio brillante que ha sabido captar con total acierto lo mejor de From Software y ha añadido sus propias ideas. Sin duda, un grandísimo RPG que no debéis dejar escapar.